Partiendo de la base de la enorme falta de educación sexual de calidad, damos por hecho que cada persona ha crecido aprendiendo de sexo como ha podido. Quien haya tenido más suerte puede que recibiese alguna charla en el colegio o instituto, el resto probablemente haya ido aprendiendo basándose en conocimientos populares —lo que dicen y comentan las amistades— y en su propia experiencia.
Esta escena es el caldo de cultivo ideal para la proliferación de mitos, falsas creencias e ideas incorrectas que perpetúan un estilo sexual pobre, irrespetuoso y poco congruente con nuestro placer. No es de extrañar que aparezcan dudas, miedos, efectos o reacciones del organismo que no comprendemos y que ello pueda convertirse a corto, medio o largo plazo, en una disfunción sexual.
Las disfunciones sexuales son problemas de la esfera afectivo-sexual que causan malestar y/o alteración importante en la vida de quienes la sufren y sus parejas.
Las más comunes que recibimos en consulta son las siguientes, aunque podemos encontrar más. La realidad es que cualquier conducta, reacción o preferencia sexual podría valorarse como problema si eso resulta doloroso para la persona.
- Anorgasmia
- Vaginismo
- Dispareunia o Dolor Coital
- Disfunción eréctil
- Eyaculación precoz
- Eyaculación retardada
- Bajo deseo sexual
- Fobias sexuales
- Aversión al sexo
La Terapia Sexual funciona de manera similar a la Terapia Psicológica, cumpliendo las mismas fases y características, simplemente en este caso los objetivos y tareas se orientan a la esfera sexual. No obstante, es difícil separar el trabajo sexual del trabajo en emociones, habilidades sociales, autoestima, vinculaciones afectivas de la infancia… entre otros.
La sexualidad es una parte importante de nuestra salud e identidad y como tal, debemos cuidarla de manera respetuosa y responsable, siempre de la mano de buenos profesionales. Puedes leer el artículo sobre acudir a un sexólogo para conocer mejor las características de esta profesión.
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